México.- La refinería Olmeca, ubicada en Dos Bocas, Tabasco, ha comenzado a entregar datos operativos al Sistema de Información Energética de la Secretaría de Energía (Sener), reportando que está operando al 19% de su capacidad. Sin embargo, detrás de estas cifras, surgen preguntas incómodas y preocupantes sobre la veracidad de los datos y la transparencia del proyecto.
Según los reportes oficiales, la refinería procesó 65 mil barriles diarios de crudo en julio de 2024, muy lejos de los 340 mil barriles diarios que se habían prometido como capacidad total. A simple vista, la cifra ya es decepcionante, pero lo que más preocupa es la falta de coherencia en los resultados de la refinación. Ramsés Pech, un analista del sector energético, ha señalado una irregularidad alarmante: aunque se reportó la producción de diesel de ultra bajo azufre y coque, no se mencionó la producción de gasolinas y otros derivados esenciales en el proceso de refinación. ¿Dónde están las gasolinas que deberían haberse producido? ¿Qué sucedió con los 35 mil barriles que, según los datos, «desaparecieron» en el proceso?
Estas dudas se agravan con la información de Petróleos Mexicanos (Pemex), que muestra una inconsistencia en la entrada de crudo a la refinería, lo que sugiere que el proceso de refinación no es constante ni confiable. A pesar de ello, en junio pasado, el gerente de transporte de Pemex, Leopoldo Figueroa, anunció que la refinería comenzó a producir y vender diesel en las poblaciones cercanas, un anuncio que, curiosamente, no fue formalizado hasta agosto, lo que levanta sospechas sobre la intención de manipular la percepción pública respecto a la operatividad de Dos Bocas.
El director general de Pemex, Octavio Romero Oropeza, aseguró que la refinería alcanzaría una producción de 170 mil barriles diarios de crudo, lo que generaría 87.5 mil barriles de gasolinas y 65 mil barriles de diesel. Sin embargo, estas promesas parecen ser parte de un discurso vacío que contrasta con la realidad observada en las cifras oficiales y las declaraciones de expertos.
El caso de Dos Bocas es un ejemplo más de cómo el gobierno mexicano, bajo la administración de Andrés Manuel López Obrador, ha intentado justificar proyectos faraónicos a costa de la transparencia y la eficiencia. La refinería, presentada como una joya de la política energética del gobierno, se ha convertido en un símbolo de sobrecostos y retrasos. Lo que comenzó con una promesa de 8 mil millones de dólares en inversión, hoy se estima que ha costado al menos 18 mil millones, más del doble del presupuesto inicial, y todavía no está operativa a plena capacidad.
En un mundo que avanza hacia la transición energética y la adopción de fuentes renovables, el empecinamiento del gobierno mexicano en proyectos como Dos Bocas es, cuanto menos, cuestionable. No sólo porque perpetúa la dependencia en los combustibles fósiles, sino porque lo hace bajo un manto de opacidad y falsas promesas. La refinería Olmeca, en lugar de ser un baluarte de la soberanía energética, corre el riesgo de convertirse en un monumento al despilfarro y la mala gestión.
La falta de transparencia en los costos reales, las constantes demoras en la puesta en marcha y las inconsistencias en los datos operativos son una señal clara de que el gobierno mexicano sigue vendiendo una ilusión, mientras que la realidad dista mucho de los grandiosos discursos oficiales. ¿Hasta cuándo se seguirá justificando lo injustificable en nombre de la soberanía energética?