Ciudad de México.- El reciente rechazo del Gobierno de España a asistir a la toma de posesión de la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, ha encendido las alarmas sobre el manejo inicial de sus relaciones internacionales. El gobierno español consideró «inaceptable» la exclusión del Rey Felipe VI en la invitación oficial, lo que llevó a la decisión de no participar en el evento a ningún nivel, como se expresó en un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Sheinbaum, quien asumirá la presidencia el 1 de octubre, parece haber seguido una línea ideológica que recuerda las tensiones diplomáticas generadas durante la administración de Andrés Manuel López Obrador. A pesar de los intereses comerciales estrechos entre ambos países —España es el segundo socio comercial de México—, el desaire hacia el Jefe de Estado español ha sido percibido como un error en la estrategia diplomática. En lugar de invitar al Rey, el equipo de la presidenta electa envió una invitación únicamente al presidente del gobierno, Pedro Sánchez.
La falta de asistencia de otros Jefes de Estado importantes a nivel mundial es también preocupante. De los 228 líderes mundiales invitados, solo 16 han confirmado su asistencia, lo que representa apenas el 8% del total. Entre los ausentes destacan mandatarios de Europa, Asia, y potencias como Estados Unidos, cuyos representantes acudirán a un nivel diplomático menor.
Este episodio plantea interrogantes sobre la política exterior de Sheinbaum y si esta continuará la postura confrontativa de su predecesor. Aunque se esperaba que la nueva administración pudiera abrir canales diplomáticos más pragmáticos, el primer tropiezo con España podría indicar una continuación de las tensiones heredadas de la administración saliente.