“Caramba, usted no ha comprendido la revolución. La revolución trata de mantener a los pobres, pobres. Pero con esperanza. Porque los pobres son los que votan por nosotros. Los pobres son los que nos dan el poder. Y mientras nosotros hacemos el discurso de la defensa de los pobres, no los podemos sacar a la clase media, porque dejan de ser pobres y pasan a ser nuestros enemigos. Los pobres tienen como destino ser pobres hasta tanto nosotros hagamos la transformación cultural que se requiere en este país” Hugo Chávez.
Hace unas horas, el Presidente, Andrés Manuel López Obrador, se refirió al país acerca del desempleo que ha alcanzado cifras de vértigo; lo minimizó.
Manejó que se han perdido algunos 85 mil empleos y que alcanzarían su punto más álgido con alrededor de 130 mil, sin embargo, las cifras que maneja el Instituto Mexicano del Seguro Social revelan que estos superan el millón.
Tan solo en mayo registró pérdidas de 334 mil 526 empleos en el efecto dominó que trajo consigo la pandemia.
No sé porqué, pero me vino a la cabeza Hugo Chávez, y tengo sustancia para creer que el plan maestro de Andrés Manuel, es someter a la Iniciativa Privada.
¿Porqué acabar con la Iniciativa Privada?; porque ellos representan hoy a la oposición. La IP está conjugada por Micros, Pequeños y Medianos Empresarios que son los que aportan el 68% de los recursos que sostienen al país.
En Venezuela, Hugo Chávez y Nicolás Maduro tuvieron poca oposición porque la Iniciativa Privada conformaba el 18% de la economía venezolana; el recurso público emanaba principalmente de las actividades petroleras, que se vinieron abajo luego de las sanciones comerciales que aplicaron los gringos.
Pero en México, la cosa es muy distinta; la Iniciativa Privada carga con casi todo el gobierno; de ellos se pagan los programas sociales, las becas; cubren o pagan con sus contribuciones todo lo que los bots propagandistas difunden y replican brutalmente en las redes sociales como logros del Presidente.
Para preservar el poder, había que ponerle un pie en el cuello a la IP; principalmente a la clase media; esa que es contribuyente, que no es rica, pero que produce y es autosustentable, y que hoy tiene recursos para sostener campañas de reclamos contra el mal gobierno, contra un Presidente que hoy los declara como adversarios, como la oposición.
Desde que empezó el sexenio de Andrés Manuel, la antipatía contra la clase media afloró desde los embates contra los periodistas, después, abiertamente contra ellos, atropellando también a los empleados de la Salud, como los doctores.
Por ello, la pandemia le cayó “como anillo al dedo”, porque iba a tener una oportunidad de ensueño para controlarlos.
Su plan consistiría en asfixiar sus ingresos; fue así como hipócritamente emprendió una treta; fingir un rescate de las Pequeñas y Medianas empresas porque lo que ofreció fue un crédito de 25 mil pesos a pagar a tres años y bajo selección de la 4T, lo que técnicamente fue una patada para los empresarios.
Tampoco suspendió las contribuciones en la pandemia; ni los servicios de energía eléctrica, como la mayoría de los países de América Latina; ¡paguen!.
Todavía más allá, amenazó con dejar caer todo el rigor de la Ley si estos empresarios no cubrían los sueldos de los empleados; así, puso en jaque a aquellos que apenas son autosustentables; que cuentan con menos de 4 empleados.
A los empresarios que tenían fortaleza económica los acorraló; recordaron que el 27 de abril, se pronunció hacia el Banco de México: “Se debe tener mucho cuidado de que el Banco de México se destine recursos para apoyar a las micro, pequeñas y medianas empresas, ya que pueden ser ocupados para “otros rescates”, dijo.
Aunque justificó este comentario con lo que ocurría en el pasado; rescatar empresas quebradas, la clase empresarial entendió muy bien a qué se refería, porque no paró ahí.
A las grandes empresas también las copó; “No me gusta mucho el «modito» de que se pongan de acuerdo y quieran imponernos sus planes, si ya no es como antes, antes el poder económico y el poder político eran lo mismo, ahora ya no, ahora el gobierno representa a todos, hay una separación del poder económico y del poder político.
¿Cómo que se hace un acuerdo y ahora que Hacienda lo avale, que nosotros estamos aquí de florero, de adorno?”, dijo luego que un grupo de empresarios buscara apoyo con el Banco Interamericano de Desarrollo, en lo que justificó su postura en la posibilidad de que rescataran a empresas quebradas.
Negó a Hacienda que le dieran el aval.
Y desde ahí, el Presidente ha ido más allá en su afrenta a la clase media, hoy bautizada como BOA (Bloque Opositor Amplio), en medio de un show barato desde su «mañanera».
Durante estos días, la clase media ha sido mermada en al menos el quiebre de 500 mil pequeñas empresas en el país; y de acuerdo al IMSS, esto dejaría 1.03 millones de empleos perdidos, lo que significa considerando el salario mínimo, una pérdida de circulante de 147 mil millones, en un efecto dominó que aún no sabemos cuándo se detendrá.
La estrategia de debilitar a la clase media para proyectar al Estado como única potencia política está en fase: el empoderamiento de las empresas nacionales para explotar los recursos petroleros –como lo hacía Venezuela- está en camino; la construcción de una estructura que sirva de batería económica, está casi lista con el Banco del Bienestar.
La doctrina bolivariana ya suena fuerte en redes sociales con un mensaje; eliminar a la oposición, cueste lo que cueste.