Las víctimas se están convirtiendo en el Talón de Aquiles de la autodenominada 4T y, de acuerdo a como se han desarrollado los eventos en las últimas semanas, la situación tiene potencial para convertirse en el Waterloo del presidente Andrés Manuel López Obrador. La crisis ya era grave cuando la titular de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), la doctora Mara Gómez Pérez, anunció que la institución se paralizaría por el recorte ordenado por el propio presidente López Obrador. Éste, ni tardo ni perezoso, en su conferencia “mañanera”, aceptó que fue un error que la comisionada revelara tal información, pero no pasó de ahí.
Todo parecía volver a la normalidad, pero las víctimas, otra vez, se le volvieron a poner enfrente al presidente, instalando un plantón permanente en el Zócalo de la Ciudad de México, justo a las puertas de Palacio Nacional. Son madres de personas desaparecidas que exigen que la CEAV regularice los apoyos que les debe brindar por ley para poder continuar con las búsquedas y que se destituya a la comisionada Gómez Pérez.
En otro lugar, el 5 de junio, durante su gira por Coatzacoalcos, Veracruz, familiares de las víctimas de la masacre del bar Caballo Blanco, en el que fallecieron 31 personas el 27 de agosto de 2019, intentaron hablar con el presidente, pero éste no detuvo su camioneta y casi atropella a una de las víctimas indirectas. No hubo muchos reflectores sobre el hecho, pero, unos días después, las víctimas volvieron a hacerse presentes.
El 15 de junio, en Xalapa, Veracruz, al salir de las instalaciones del batallón de infantería de la Sexta Región Militar, decenas de madres de desaparecidos rodearon la camioneta del primer mandatario para plantearle peticiones relacionadas con la búsqueda de sus familiares y, de nuevo, el presidente no se detuvo. La escena de una madre, sosteniendo una lona con las fotografías de víctimas de desaparición, frente al cofre de la Suburban negra que la empujaba hacia atrás, es tristemente para la posteridad y retrata el régimen que ha impuesto el presidente López Obrador, en el que las víctimas no existen. Al ver a esa madre es imposible no recordar al hombre frente al tanque en la plaza de Tiananmen en 1989. Es muy triste que el papel del tanque lo juegue, hoy, el presidente López Obrador.
Mientras tanto, las víctimas le gritaban al presidente y le recriminaban que solo se baja de la camioneta para saludar a la madre de “El Chapo” Guzmán, pero a ellas no las atiende. Aquél que en campaña enarboló la bandera de las víctimas, al otro día, explicó que no atendió a las madres, para guardar la sana distancia; no hay palabras para describir esta declaración que hiere profundamente al México que se ha desangrado a causa de la violencia durante años.
Regresando al plantón, el 8 de junio, la titular de la CEAV visitó a las víctimas del Zócalo y solo recibió críticas y recriminaciones transmitidas en vivo gracias a las benditas redes sociales. Mientras las víctimas le planteaban un pliego petitorio conciso y le exigían que se les garantizara los derechos que les otorga la Ley General de Víctimas, la comisionada intentaba convencerlas de que con el nuevo modelo de atención que está preparando, habría mejor atención, pero que dicho modelo podía tardar meses o años aún en implementarse. Lo dicho, no entienden que no entienden.
Las víctimas necesitan, hoy más que nunca, que la CEAV sea un apoyo para enfrentar la dura realidad en la que la delincuencia las ha colocado; necesitan apoyos para buscar a sus familiares; para pagar la renta o la comida de sus familias, pues muchas han dejado sus trabajos para ir en busca de su familiar desaparecido; para atender las enfermedades que el hecho victimizante o el estrés postraumático o la intensa lucha para acceder a la justicia les ha ocasionado; requieren asesores jurídicos que les representen en su búsqueda de justicia, entre otras cosas. Pero la CEAV promete, en lugar de eso, atención psicológica y canalizaciones a instituciones públicas para engrosar el laberinto burocrático gubernamental. Lo dicho, no entienden que no entienden.
Destitución en el Senado
Pero la Secretaría de Gobernación (SEGOB) a través del subsecretario Alejandro Encinas, ya ha operado para quitar presión al presidente López Obrador, convenciendo a las víctimas del Zócalo que quien debe destituir a la comisionada es el Senado de la República y acordó remitir la petición a esa Cámara. La historia se repite, pues lo mismo sucedió cuando se pedía la destitución del anterior comisionado Sergio Jaime Rochín del Rincón; en ese entonces, el Senado dejó en claro que no es esa Cámara la que debe destituirla, pues la Ley General de Víctimas no le otorga tal facultad. ¿Atole con el dedo o solo estrategia para ganar tiempo y sacar al presidente de la hoguera? Usted decida.