Ya pasaron dos semanas y Andrés Manuel López Obrador sigue furioso por la derrota en la Ciudad de México.
Su proyecto transexenal se derrumbó con la Línea 12 del metro y sus delfines ahora patalean buscando no hundirse.
Andrés Manuel ya está tomando acciones en serio y con ello vinieron los primeros cambios.
Primero cayó Irma Eréndira y su consorte John Mill Ackerman tiene los días contados recibiendo dinero de manera directa de la 4T. En Canal 11nos cuentan que no será renovado y tendrá que regresar a la «catedra» en la UNAM, siguiendo los pasos de su esposa.
Gibrán también está en capilla y ahora se abraza a Bartlett a quien mira como intocable, buscando el favor del anciano director de CFE.
La razón de la caída en desgracia del Tiroloco Ackerman y su amada guerrera fue por operar en contra de Félix Salgado Macedonio en Guerrero. Y al hacerlo operaron en contra del Presidente.
Pero el motivo que en realidad preocupa a López Obrador es su sucesión.
Con Movimiento Ciudadano controlando las dos zonas metropolitanas de mayor dinamismo, Guadalajara y Monterrey, el resultado electoral en Ciudad de México para Morena es un desastre de cara al 2024.
El bastión histórico de la izquierda ahora es una Ciudad dividida y eso caló profundamente en el ánimo del presidente.
Sabe que la plataforma sobre la que se apoyó durante 18 años ya no existe más y que tanto Claudia Sheinbaum como Marcelo Ebrard están muertos políticamente por la tragedia en la que murieron 26 personas.
Siendo honestos, al presidente poco le importa que muera gente honesta e inocente. Es un animal político diseñado para estar en campaña permanente, no para gobernar.
Andrés Manuel ya se encuentra pensando en la siguiente elección apelando a la mala memoria colectiva que ya le pasó factura hace menos de un mes y analiza las causas de dicha derrota.
En su mente, no es culpa de Claudia cuya administración es un dedastre o de Marcelo, que construyó la Linea 12. En la mente del presidente el culpable tiene nombre y apellido: Ricardo Monreal.
Monreal armó un aparato electoral en la Delegación Cuauhtémoc para operar la elección de Sandra Cuevas, un cuadro muy cercano al líder morenista en el Senado. El zacatecano operó para derrotar a Dolores Padierna, que competía por la alcaldía de esa delegación.
Para López Obrador, Monreal es el artífice de la derrota en la Ciudad de México y hoy tiene el estatus de traidor.
El Presidente ya acogió a Claudia Sheinbaum en Palacio Nacional, va a reconstruir la Linea 12 sin que haya un solo responsable político de la tragedia al tirar una línea de protección al colocar a Roberto Salcedo Aquino en la Función Pública y cuya encomienda principal es cubrir la espalda de Marcelo Ebrard.
Hoy las baterías ya se enfocaron en el «ese traidor» como ya lo llama Andrés Manuel. Regresa a su hombre de confianza, Gabriel García, al senado a operar políticamente para nulificar a Monreal.
Agenda propia.
Y es que Monreal se encuentra haciendo presión política para conseguir la desaparición de poderes en Tamaulipas. David y Ricardo, constituyeron en Zacatecas un refugio para los Talibanes, una fracción de los Zetas que se apoderó del Estado minero, y que quiere retomar a toda costa el control de plazas en la frontera de Tamaulipas.
Pero Monreal ya no va sólo contra Cabeza de Vaca, que ya bajó los brazos, sino contra el presidente Andrés Manuel López Obrador que ya descubrió el juego macabro del zacatecano que busca la Presidencia de la República apoyado por grupos delincuenciales contrarios a los que operan en los Estados del Pacífico donde Morena arrasó en la elección para Gobernador.
Jiribilla
El responsable de la filtración al New York Times fue Ricardo Monreal, buscando derribar a los delfines del presidente. Eso ya lo saben en Palacio Nacional, claro que sí.