Ciudad de México. – El doctor Armando Vargas Hernández, experto en Ciencias Políticas, no vacila al advertir sobre la siniestra amenaza que acecha la democracia en el actual proceso electoral. Más que la violencia política en sí misma, destaca la creciente injerencia de los imperios del crimen como el verdadero cáncer que corroe nuestro sistema democrático.
«La democracia está siendo tomada como rehén, secuestrada por grupos criminales. Tras el 2 de junio, es altamente probable que se desate una expansión desenfrenada de estos poderes delictivos», declara con vehemencia.
A pesar de este oscuro panorama, el doctor Vargas Hernández reconoce que aún existen bolsas de funcionamiento democrático en diversas regiones del país. No obstante, insta al gobierno a reconocer y enfrentar la dura realidad: el crimen organizado ejerce un control despiadado sobre numerosos territorios.
Este flagelo, subraya, no se limita a la coyuntura electoral; es un mal arraigado con profundas implicaciones en la vida diaria de los ciudadanos, las organizaciones y las empresas.
«Sin duda, hay territorios donde el crimen organizado dicta quién participa, cómo participan y cómo se gobierna. Estamos presenciando auténticas narcoelecciones en múltiples regiones, y el gobierno debe actuar de forma contundente y urgente», concluye.
Estadísticas Alarmantes
Las cifras respaldan las sombrías preocupaciones de Vargas Hernández. Durante el presente proceso electoral, se han registrado 156 agresiones contra políticos y personas vinculadas al proceso, de las cuales 50 han culminado en asesinatos. De estos, 24 eran candidatos o aspirantes a un cargo, y 27 buscaban ocupar algún puesto público. Estas cifras son un claro testimonio de la grave amenaza que representa la violencia política para la democracia en nuestro país.
La violencia política y la consolidación de regímenes criminales son males que no cederán fácilmente. No obstante, es imperativo que tanto el gobierno como la sociedad trabajen en conjunto para hacer frente a estos desafíos y salvaguardar la integridad de nuestra democracia.
