México.- Este domingo, Morena llevará a cabo su VII Congreso Nacional Extraordinario, donde una nueva dirigencia será seleccionada para guiar al partido durante los próximos tres años. Aunque la narrativa oficial sugiere una renovación democrática, los movimientos dentro del partido parecen indicar que el verdadero control quedará en manos de Andrés “Andy” López Beltrán, hijo del presidente Andrés Manuel López Obrador. La presidencia de Claudia Sheinbaum podría ser solo una «cesión temporal», mientras el camino hacia el 2030 se perfila para un proyecto más personalista.
Luisa María Alcalde, actual Secretaria de Gobernación, asumirá el puesto de presidenta de Morena, pero su rol parece ser más ceremonial que estratégico. A pesar de sus credenciales y de ser una figura cercana a López Obrador, muchos observadores políticos consideran que será Andy López Beltrán, como nuevo Secretario de Organización, quien realmente moverá los hilos del partido. Andy, una figura hasta ahora con bajo perfil público, ha estado consolidando su influencia dentro de Morena y tomando control de las estructuras clave para la movilización electoral.
Emilio Ulloa Pérez, ex legislador mexiquense, asumirá el cargo de Secretario General, pero su designación parece un movimiento más simbólico que de verdadero liderazgo. Ulloa será respaldado por más de 600 consejeros, aunque su capacidad de decisión estará supeditada a los intereses de la familia presidencial.
El ascenso de Andy López Beltrán a este puesto dentro de Morena plantea la pregunta inevitable: ¿realmente López Obrador está dispuesto a ceder el poder en México? A pesar de la elección de Claudia Sheinbaum como presidenta para el 2024, muchos analistas sugieren que la administración de Sheinbaum será una extensión del mandato de López Obrador, con el presidente y su círculo cercano manteniendo control sobre las decisiones cruciales del gobierno y del partido.
En este escenario, Andy López Beltrán se perfila no solo como el líder operativo de Morena, sino como el eventual candidato presidencial hacia 2030. La renovación de la dirigencia, más que una democratización interna, parece consolidar el proyecto familiar de los López Obrador, en el que la figura de Sheinbaum jugaría un papel transitorio.
