El Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) ha registrado un retroceso mensual del 0.3% en agosto, un descenso que se alinea con las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Este es el primer golpe a la economía después de tres meses de ligeros repuntes, y es, sin duda, una señal de alarma en medio de un clima económico ya precario.
La caída se atribuye a un notable descenso en las actividades agropecuarias, que cayeron un alarmante 9.1%, y un retroceso del 0.5% en la producción industrial. La contracción de la construcción, que reportó una baja del 3.7%, se suma a un panorama desolador, donde la capacidad de recuperación parece más una ilusión que una realidad.
En contraste, el único segmento que muestra un crecimiento, aunque pírrico, es el de los servicios, con un incremento del 0.3%. Sin embargo, este avance es insuficiente para contrarrestar las caídas dramáticas en otros sectores cruciales. Las actividades de alojamiento y la preparación de alimentos, junto a los servicios de esparcimiento, son quizás los únicos renglones que ofrecen un atisbo de esperanza. Pero, ¿hasta cuándo podrán sostenerse ante un panorama económico tan volátil?
El crecimiento anual acumulado de 1.9% en los primeros siete meses del año se queda corto, muy por debajo del 3.4% registrado en el mismo periodo de 2023. Esto no solo refleja un debilitamiento de la actividad productiva, sino que pone de relieve la ineficacia de las políticas económicas del gobierno. A pesar de las afirmaciones optimistas de los analistas de CitiBanamex, quienes predicen un crecimiento desestacionalizado del PIB del 0.8% para el tercer trimestre, la realidad es que el futuro económico del país sigue siendo incierto.
La pregunta es: ¿dónde están las estrategias efectivas para reactivar la economía y asegurar un crecimiento sostenible? En lugar de actuar con transparencia y responsabilidad, el gobierno se aferra a narrativas optimistas mientras los datos muestran un panorama sombrío. El cambio de nombres y la rehabilitación de tiendas no son suficientes para cubrir el vacío de políticas que verdaderamente beneficien a la ciudadanía. La economía mexicana necesita un enfoque radical y honesto, no más discursos vacíos que ocultan la cruda realidad de un país que sigue lidiando con las consecuencias de la corrupción y la mala gestión.