Desde su implementación hace año y medio, la Nueva Escuela Mexicana (NEM), uno de los proyectos más ambiciosos del expresidente Andrés Manuel López Obrador, continúa sin contar con un instrumento efectivo que permita evaluar los aprendizajes en educación básica, dejando a la comunidad educativa y a los tomadores de decisiones sin información clave sobre su impacto real en las aulas. Especialistas y organizaciones civiles han levantado la voz ante lo que consideran un grave retroceso en la política educativa del país.
Martha Castro, investigadora del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), destaca la ausencia de evaluaciones estandarizadas como las pruebas Planea, suspendidas desde 2018, como un indicio alarmante de la falta de compromiso del actual gobierno para medir y corregir el rumbo de la educación. «El problema es que no ha habido evaluación desde que empezó la NEM, eso ya en sí mismo nos habla mucho a qué se le está apuntando con este nuevo modelo educativo», subraya Castro.
Para la especialista, la evaluación no es un simple trámite burocrático, sino una herramienta esencial para ajustar y fortalecer el sistema educativo. «El objetivo de las evaluaciones es generar información para que los tomadores de decisiones puedan actuar. Si no tenemos datos claros, ¿cómo sabremos qué está funcionando y qué no?», cuestiona.
Sin embargo, las únicas herramientas disponibles, como la evaluación diagnóstica aplicada por la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu), no ofrecen un panorama claro. Al ser de carácter voluntario y sin criterios homogéneos, sus resultados no son confiables. «Es un diagnóstico que nos muestra que los estudiantes de primaria y secundaria están reprobados en materias clave como español y matemáticas. No pasamos ni de panzazo», advierte la investigadora.
Un camino peligroso
Eduardo Backhoff Escudero, expresidente de la Junta de Gobierno del desaparecido Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), va más allá y advierte que la NEM está llevando al país «a un camino complicado». Desde su perspectiva, tanto la creación de la nueva currícula como los libros de texto gratuitos y los planes de estudio presentan errores graves, tanto en su diseño como en su implementación.
«Nos estamos acercando a un camino sin retorno. La falta de evaluaciones oportunas profundiza el mal inicio de este modelo y nos deja sin una ruta alternativa para corregirlo», señala Backhoff. Además, enfatiza que quienes más se ven afectados son los estudiantes más vulnerables: «A quienes más perjudica este modelo es a los pobres, a la gente que va a las escuelas públicas».
La coordinadora de Educación con Rumbo, Paulina Amozurrutia, critica duramente la postura de la administración actual. «Desde la visión de la Cuarta Transformación, la educación no debe ser evaluada. Eso lo dejó claro Marx Arriaga, quien tachó la evaluación de ‘neoliberal’. Esta actitud es no solo torpe, sino soberbia. Creen que sus ocurrencias bastarán para generar una educación de calidad, pero sin mediciones ni estándares, estamos a ciegas», afirma.
Resistencia a la evaluación
Por su parte, Érik Avilés, académico del Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación, coincide en que la NEM está avanzando sin una brújula clara. Para él, la falta de evaluaciones pone en riesgo todo el sistema educativo nacional. «No solo estamos ciegos en cuanto a los aprendizajes de los estudiantes, también hay muchas otras áreas que no se están midiendo y que son fundamentales para garantizar el éxito de este modelo», sentencia.
Con una creciente preocupación por la calidad de la educación, los expertos coinciden en que la falta de evaluaciones estandarizadas y confiables limita cualquier intento de mejorar la política educativa del país. Mientras tanto, el gobierno sigue apostando por un modelo sin datos, dejando a millones de estudiantes y a la educación nacional en el limbo.
La implementación de la Nueva Escuela Mexicana sin una evaluación seria y rigurosa pone en tela de juicio la calidad de la educación en México. Con una postura que rechaza las evaluaciones y estándares internacionales, el gobierno está llevando al país por un camino incierto, donde los más afectados serán los estudiantes de escuelas públicas. La falta de transparencia y de una ruta clara hacia el éxito educativo no solo refleja una regresión, sino una amenaza real para el futuro del sistema educativo.