San Luis Potosí, S.L.P. – Enrique Galindo Ceballos, alcalde de la capital potosina, ha desatado controversia tras sus recientes declaraciones sobre su relación con el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Aunque insiste en que su militancia “ya no es tema”, sus acciones y preferencias parecen sugerir lo contrario. Desde su reelección, Galindo ha mantenido una postura de respaldo al PRI, que se traduce en ataques continuos hacia la oposición panista, en particular contra la familia del diputado federal David Azuara, mientras sus propios escándalos de corrupción quedan sin aclaración.
En sus apariciones en medios afines, Galindo ha dado indicios de lealtades partidistas, respaldado por asesores cercanos que amplifican sus críticas a los opositores. A la par, evade responder sobre las acusaciones de corrupción que ensombrecen su administración. Su discurso de que “no estamos en tiempos electorales” y que “su militancia es un tema personal” refleja una visión cerrada, donde la transparencia y la rendición de cuentas quedan relegadas, mientras prioriza los intereses de su partido sobre los de toda la ciudadanía potosina.
Esta actitud plantea dudas profundas sobre su compromiso con el bien común. La ambigüedad con la que se refiere a su vínculo con el PRI, e incluso su broma de ser “priista a tres cuartos”, muestran un desdén que envía un mensaje claro: el interés partidista está por encima del deber de gobernar para todos. Para los ciudadanos, su insistencia en evadir la responsabilidad de una gestión imparcial es cada vez más evidente.
Un Gobierno para el PRI, No para San Luis Potosí
La administración de Galindo parece más interesada en la confrontación política que en atender las necesidades de la población. En momentos críticos donde la ciudadanía espera respuestas, el alcalde opta por enfocarse en su rivalidad con la oposición, ignorando las demandas de transparencia que exigen los potosinos. Al tratar su militancia como algo privado, mientras actúa al servicio del PRI, Enrique Galindo revela una gestión parcializada y partidista, donde el bienestar general queda subordinado a los intereses de unos cuantos.
Con una administración envuelta en la controversia, Galindo demuestra una inclinación hacia la lealtad partidista en detrimento de una verdadera representatividad y compromiso con la pluralidad. Los potosinos se enfrentan a un líder que, en lugar de trabajar para todos, parece más interesado en preservar su base política y priorizar a sus aliados. La pregunta que queda en el aire es: ¿San Luis Potosí tiene un alcalde al servicio de sus habitantes o uno que gobierna sólo para el PRI?