El panorama de la confianza empresarial en México mostró un retroceso generalizado durante noviembre, reflejando las crecientes preocupaciones de los sectores económicos ante la situación actual y futura del país. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), mientras sectores clave como el manufacturero, comercio y servicios no financieros enfrentan caídas en la percepción de confianza, el sector de la construcción es la excepción, con un leve incremento que no alcanza para compensar el desánimo generalizado.
Manufactura y comercio: pilares en crisis de confianza
El sector manufacturero, columna vertebral de la economía mexicana, registró una disminución de 0.1 puntos en su indicador de confianza empresarial. Este retroceso, aunque marginal, subraya el deterioro en la percepción sobre el futuro de las empresas, que cayó 0.6 unidades, evidenciando el temor de los empresarios ante un entorno económico incierto y la falta de políticas claras para fomentar el crecimiento.
Por su parte, el sector comercio, vital para la generación de empleo y el consumo interno, presentó una contracción más significativa de 0.5 puntos. La mayor caída se dio en la evaluación de la situación económica presente del país, que bajó una unidad, un indicador que refleja la percepción de estancamiento en la actividad económica y la preocupación por la falta de dinamismo en el consumo.
Servicios no financieros: golpeados por la realidad económica
El sector de servicios no financieros mostró la mayor disminución mensual con una caída de 0.6 puntos, donde la percepción sobre la situación económica actual del país se desplomó 1.5 unidades. Este descenso es preocupante, ya que el sector servicios representa una gran parte del Producto Interno Bruto (PIB) y es clave para la recuperación económica tras los embates de la pandemia.
Construcción: una luz tenue en el panorama oscuro
El único sector que mostró un avance fue el de la construcción, cuyo indicador de confianza aumentó 0.2 puntos. Este incremento se atribuye principalmente a un optimismo moderado sobre la situación económica presente del país, que subió 1.8 unidades. Sin embargo, este crecimiento, aunque positivo, parece más una excepción que una tendencia y no compensa el desánimo generalizado en otros sectores.
Un llamado a la acción
El indicador global de opinión empresarial mostró una disminución anual de 4.6 unidades, situándose en 51.46 puntos en noviembre, un dato que debería encender alarmas en los responsables de la política económica. Este retroceso no solo refleja un deterioro en la percepción empresarial, sino también la falta de medidas efectivas para estimular la inversión, la generación de empleo y la recuperación económica.
El gobierno mexicano enfrenta el reto de recuperar la confianza empresarial, un factor esencial para garantizar la estabilidad y el crecimiento a largo plazo. Esto requiere no solo de discursos optimistas, sino de políticas públicas claras, transparencia en la asignación de recursos y un enfoque decidido en la colaboración público-privada. La incertidumbre no es solo un indicador económico, es un freno que puede arrastrar al país a una desaceleración más pronunciada.