La industria automotriz en México enfrenta una posible desaceleración en la producción de vehículos eléctricos como consecuencia de la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de abandonar el objetivo establecido por su antecesor, Joe Biden, que para 2030 la mitad de los autos vendidos en Estados Unidos sean eléctricos. Este cambio de política ha generado incertidumbre en el sector, afectando directamente las operaciones de fabricantes clave en territorio mexicano.
General Motors, bajo la dirección de Francisco Garza, ha tomado medidas significativas ajustando su ritmo productivo en la planta de Ramos Arizpe, Coahuila. Desde el 20 de enero, la compañía eliminó el tercer turno, regresando a una operación de dos turnos, una configuración que no se veía desde mayo de 2024. Este ajuste se produjo en un contexto donde Honda también redujo la producción de su SUV eléctrica Prologue ante una previsible disminución en la demanda. Como resultado de estos cambios, aproximadamente 800 trabajadores fueron despedidos, aunque se asegura que la alianza entre General Motors y Honda continúa firme. En esta planta, General Motors produce las versiones eléctricas de los modelos Equinox y Blazer.
Además, se anticipa que otros vehículos eléctricos podrían ver reducciones similares en sus volúmenes de producción en México, incluyendo el Mustang Mach E de Ford y la Wagoneer S de Stellantis. Estos ajustes reflejan la influencia directa de las políticas estadounidenses sobre la estrategia industrial de empresas multinacionales que operan en México, subrayando la conexión entre las decisiones políticas en Estados Unidos y su impacto económico transfronterizo.
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