Mario Alberto Jiménez Castro, conocido como «El Kastor», presunto operador de la facción de Los Chapitos del Cártel de Sinaloa, fue asesinado. Jiménez Castro, cuya cabeza tenía un precio de un millón de dólares ofrecido por las autoridades estadounidenses, enfrentaba cargos por su supuesta participación en la conspiración para importar y distribuir fentanilo en Estados Unidos.
La muerte de «El Kastor» destaca la intensa presión que enfrentan los líderes del narcotráfico tanto de las fuerzas del orden como de rivales internos del cartel. Este evento no solo es significativo por el impacto en la estructura de poder del Cártel de Sinaloa, sino también por el mensaje que envía a otros operadores dentro del violento paisaje del narcotráfico en México. La recompensa por su captura subraya la prioridad que las agencias estadounidenses ponen en la lucha contra el flujo de fentanilo, una droga que ha causado una epidemia de sobredosis en el país norteamericano.
La situación en Sinaloa sigue siendo volátil, con frecuentes enfrentamientos entre facciones rivales y operativos de seguridad en un intento por estabilizar la región que sigue siendo uno de los principales centros de tráfico de drogas en México. El asesinato de Jiménez Castro es un recordatorio sombrío de la constante lucha por el poder y control dentro de los cárteles más poderosos de México.
