Morena enfrenta un momento crítico de fracturas internas, exacerbadas por la presión internacional, específicamente desde Estados Unidos, que ha enfocado su mirada en vínculos de políticos del partido con el narcotráfico. La situación se agrava con la controversia alrededor de Claudia Sheinbaum y la reacción del partido a las acusaciones.
A nivel nacional, múltiples estados comienzan a mostrar señales de descontento y desunión. Militantes destacados como Édgar Francisco Garza Ancira, han empezado movimientos para establecer nuevas formaciones políticas, reflejando una diversificación de lealtades dentro del partido que alguna vez fue monolítico. Esta tendencia apunta a una posible reconfiguración del panorama político mexicano.
Ricardo Monreal Ávila, coordinador de los diputados de Morena, ha hecho un llamado a la unidad y lealtad dentro del partido, en un esfuerzo por contener las fisuras emergentes. No obstante, el deseo de Garza Ancira de registrar un nuevo partido político y las declaraciones de figuras como Gabriela Jiménez, quien se ha distanciado de la agrupación ‘Que siga la democracia’, subrayan una crisis interna que podría alterar el futuro del socialismo en México.
Este contexto de tensiones internas y desafíos externos sugiere que Morena podría estar en una encrucijada, donde la cohesión del partido se pone a prueba frente a presiones políticas y sociales crecientes. La situación interna de Morena será crucial para entender cómo el partido y sus miembros navegarán estos turbulentos tiempos políticos y qué estrategias adoptarán para mantener su relevancia y unidad.