CULIACÁN, SIN.- En un hecho que vuelve a encender las alarmas sobre la violencia y la impunidad en Sinaloa, un centro de rehabilitación fue atacado por un grupo armado la madrugada de este lunes en el fraccionamiento Colinas de San Miguel, dejando un saldo de nueve personas muertas y cinco más heridas.
De acuerdo con el primer reporte, los agresores irrumpieron violentamente en una residencia de dos pisos que operaba como clínica contra las adicciones. Los sujetos dispararon sin miramientos, derribaron los portones de acceso y abrieron fuego contra los pacientes internados. Ocho murieron en el lugar y uno más falleció horas después en un hospital.
Las víctimas estaban en proceso de desintoxicación, algunos en situación vulnerable, buscando una segunda oportunidad. Sin embargo, la ola de criminalidad que azota Culiacán volvió a alcanzarlos.
Entre los heridos se encuentran Alejandra “N”, de 21 años; Jesús Francisco “N”, José Luis, José Alfredo y Víctor Francisco “N”, de 41 años. Todos fueron trasladados a distintos hospitales en estado grave, según informaron cuerpos de auxilio que atendieron la emergencia.
Pero el ataque al centro de rehabilitación no fue un hecho aislado. En la misma madrugada, otras tres residencias en el sector sur de Culiacán fueron atacadas a tiros. Los portones de acceso fueron destruidos, lo que evidencia la fuerza y la organización de los grupos criminales que actúan con total impunidad.
La Fiscalía General del Estado de Sinaloa ha abierto una carpeta de investigación, aunque hasta el momento no hay detenidos. Tampoco se ha confirmado si el centro contaba con los permisos necesarios para operar, un hecho que pone nuevamente en discusión la regulación de estos espacios.
Estos hechos no solo reflejan el grado de descomposición social, sino la debilidad del Estado ante la operación del crimen organizado. En los últimos años, Culiacán se ha convertido en el epicentro de ataques similares, muchos de ellos sin consecuencias legales para los agresores.
Mientras los ciudadanos viven entre la normalización del miedo y la indiferencia de las autoridades, los grupos criminales siguen imponiendo su ley a sangre y fuego. Las víctimas, como siempre, son los más vulnerables.