Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Tras enfrentar una severa epidemia de dengue que afectó a diversas localidades del estado, ahora la influenza emerge como una nueva amenaza. La negligencia y falta de previsión por parte de las autoridades ha expuesto a la población a otra crisis sanitaria. En agosto de este año, una niña de cinco años en Matamoros se convirtió en la primera víctima fatal de esta enfermedad. Hasta la fecha, se han confirmado 36 casos nuevos de influenza, con la expectativa de que los contagios aumenten drásticamente durante la próxima temporada invernal, junto con los casos de COVID-19.
El contexto no es alentador. A pesar de los llamados de expertos y organismos de salud, las medidas preventivas en materia de vacunación y atención médica han sido insuficientes. Mientras tanto, la Secretaría de Salud de Tamaulipas ha anunciado que aplicará poco más de 900 mil dosis de la vacuna contra la influenza entre el 7 de octubre y el 18 de marzo, con la meta de vacunar a 492 mil personas de los grupos de riesgo. Estos incluyen a mujeres embarazadas, personal de salud y personas con enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión, que están particularmente expuestas a complicaciones graves.
La negligencia no solo se limita a la prevención de la influenza, sino que se suma a la reciente epidemia de dengue que azotó a la región, afectando principalmente a niños y adultos mayores. Esta doble amenaza sanitaria no ha sido atendida con la urgencia que requiere, y la falta de coordinación entre las autoridades locales ha dejado en vilo a la población.
Hasta ahora, los 36 casos confirmados de influenza se distribuyen principalmente en Reynosa (17), Ciudad Madero (10), Tampico (4), y otros municipios. El acumulado anual alcanza ya los 77 casos y siete defunciones, lo que subraya la vulnerabilidad de la región ante brotes de enfermedades respiratorias.
El epidemiólogo estatal Sergio Eduardo Uriegas advirtió que, con la llegada del invierno, se espera un incremento significativo en los casos de influenza y COVID-19, especialmente debido al hacinamiento en espacios cerrados. A pesar de esto, no se ha emitido alerta sanitaria, lo cual deja en evidencia la falta de anticipación ante posibles nuevas variantes que podrían desencadenar una crisis sanitaria mayor.
La población espera con preocupación las campañas de vacunación, no solo contra la influenza, sino también contra el COVID-19, que buscarán mitigar los efectos de ambas enfermedades. Sin embargo, el temor a que los sistemas de salud locales no sean capaces de manejar una nueva oleada de contagios sigue latente.