En una madrugada llena de tensión política y denuncias de traición, la bancada de Morena en la Cámara de Diputados aprobó las presidencias de las 26 comisiones que les corresponden para la 66ª Legislatura. La reunión privada, que tuvo lugar a las 4 de la mañana de este jueves, terminó con un acuerdo controversial: se determinó asignar el 50% de las presidencias de comisiones a mujeres y el otro 50% a hombres, rompiendo la promesa inicial de otorgar el 70% de los cargos a legisladoras, lo que provocó un estallido de indignación en las filas de las diputadas morenistas.
El pacto, aparentemente negociado en la oscuridad por figuras clave como Ricardo Monreal y Pedro Haces, se firmó en menos de una hora. Las legisladoras señalaron la falta de transparencia en las decisiones, calificando el proceso de “madruguete”, mientras algunas acusaron a sus compañeros de traidores. Los gritos de «vendidos» y «traidoras» resonaron en el recinto legislativo, una muestra clara del malestar que generó este inesperado desenlace.
El contexto en el que se dio esta polémica es clave para entender las implicaciones políticas. Apenas unos días antes, se había acordado que el 70% de las comisiones sería presidido por mujeres, en un esfuerzo por consolidar la paridad de género en el órgano legislativo. Este compromiso se quebró en una maniobra de último minuto, que pone en entredicho las promesas de equidad en la bancada del partido gobernante.
El conflicto interno en Morena
La fractura al interior del grupo parlamentario de Morena se hizo más evidente tras esta sesión. Mientras algunos diputados y diputadas afines a Monreal y Haces defendían el acuerdo alcanzado en la madrugada, varias legisladoras alzaron la voz, denunciando que se había violado el consenso previamente establecido. Para muchas de ellas, la paridad de género era un pilar central en las decisiones internas del partido, y reducir el porcentaje de mujeres en las presidencias de comisiones fue visto como un retroceso.
En este panorama, las 26 comisiones que Morena presidirá durante la legislatura quedaron distribuidas de manera que refleja las tensiones internas. Entre las asignaciones más destacadas están las presidencias de la Comisión de Energía, a cargo de Rocío Adriana Abreu Artiñano, y la de Hacienda y Crédito Público, presidida por Carlos Alberto Ulloa Pérez. Sin embargo, la crítica se centró en la forma en que estos nombramientos fueron gestionados, acusando a los líderes del partido de no haber respetado el espíritu del acuerdo inicial.
Impacto en la agenda legislativa y el futuro de Morena
Este enfrentamiento interno en Morena ocurre en un momento crucial para el partido, que enfrenta desafíos importantes en la aprobación de su agenda legislativa, incluyendo la reforma energética. El incidente de la madrugada podría tener repercusiones a largo plazo en la cohesión de la bancada y su capacidad para actuar de manera unificada frente a proyectos clave.
Además, las acusaciones de manipulación en la asignación de comisiones ponen en tela de juicio la legitimidad de las decisiones internas del partido. La imagen de Morena, como un movimiento que promueve la justicia social y la paridad de género, se ve empañada por estos eventos.
Las comisiones asignadas, entre ellas Derechos Humanos, Igualdad de Género y Seguridad Ciudadana, están en el centro de debates críticos que marcarán el futuro de la legislatura. El reparto de poder dentro del partido puede influir significativamente en la dirección que tomen estas discusiones, y el hecho de que no se haya cumplido el acuerdo de otorgar una mayoría de comisiones a mujeres deja dudas sobre el compromiso real del partido con la equidad de género.
El «madruguete» en la Cámara de Diputados no solo expone tensiones internas en Morena, sino que también genera incertidumbre sobre el rumbo que tomará el partido en los próximos meses. Mientras que algunos celebran la aprobación rápida de las presidencias de comisiones, muchas legisladoras ven este episodio como una traición a los principios de paridad y justicia que el partido ha proclamado defender.
Este conflicto no es menor, pues tiene el potencial de afectar el proceso legislativo y las políticas públicas que el partido en el poder promueve, especialmente en temas sensibles como la igualdad de género y los derechos humanos. Morena enfrenta el reto de superar estas divisiones internas si desea mantener su liderazgo en el escenario político mexicano.