El reciente fin de semana, uno de los más violentos en el sexenio, dejó un saldo devastador de 251 personas asesinadas: 69 el viernes, 89 el sábado y 93 el domingo. Sin embargo, el reporte de víctimas por homicidio difundido por el gobierno federal continúa reflejando disparidades en la manera de contabilizar a los muertos según el estado y el contexto en el que suceden. Mientras en Querétaro, bajo el gobierno panista, sí se registran los 10 muertos del atentado en el bar “Los Cantaritos,” otras masacres recientes que han dejado profundas heridas en el tejido social de México no se reflejan en las cifras oficiales.
En Sinaloa, por ejemplo, tras la detención de “El Max,” presunto líder del Cártel de Sinaloa, al menos 19 personas fueron abatidas en un enfrentamiento, pero esta cifra no aparece en el conteo oficial. Lo mismo ocurre con los 19 muertos en Tecpan, Guerrero, y los 11 cuerpos hallados en Chilpancingo en medio de una creciente ola de violencia. ¿A qué responde esta omisión? ¿Se seleccionan los muertos que cuentan y los que no?
La falta de transparencia en el registro de homicidios
La disparidad en las estadísticas revela una falta de transparencia preocupante. La omisión de estos eventos en el conteo oficial plantea preguntas sobre el criterio utilizado para contabilizar a las víctimas. ¿Son menos valiosas las vidas de aquellos que mueren en operativos oficiales o en enfrentamientos de alta violencia? Los asesinatos registrados en “Los Cantaritos” contrastan drásticamente con otras regiones donde las masacres parecen desvanecerse en el olvido estadístico.
El trasfondo político en la narrativa de seguridad
El manejo de las cifras de homicidios parece responder, en parte, a intereses políticos y estrategias de comunicación de los gobiernos estatales y federales. Mientras que en algunas entidades los muertos son contabilizados rigurosamente, en otras parecen desaparecer del registro oficial. Esto sugiere una narrativa de seguridad manejada con criterios selectivos, donde los estados alineados con el gobierno federal podrían recibir un trato distinto en el manejo de la información, a conveniencia de los intereses de cada administración.
La necesidad de una metodología transparente
Para que la ciudadanía recobre la confianza en las instituciones, es urgente que se transparente la metodología con la que se contabilizan los homicidios en el país. Sin un registro claro y uniforme, los datos sobre la violencia en México no solo quedan incompletos, sino que pueden ser utilizados para manipular la percepción de seguridad. ¿Cuántos más deben morir antes de que sus vidas sean contadas con la seriedad que merecen?
Reflexión final
La pregunta persiste: ¿Cómo cuentan a los muertos en México? ¿Es su conteo una herramienta para la transparencia y la justicia, o se ha convertido en una carta política más? La vida de cada mexicano merece ser registrada, contada y honrada, sin importar en qué estado del país haya caído o bajo qué circunstancias. La urgencia de una metodología transparente y un compromiso genuino con la verdad son fundamentales para evitar que las cifras de homicidios se conviertan en simples números que se manipulan al antojo del poder.