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Fentanilo y diplomacia: el reto que Sheinbaum no enfrenta

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En el complejo entramado de las relaciones trilaterales entre México, Estados Unidos y Canadá, la reciente declaración de Claudia Sheinbaum, presidenta de México, en torno a las diferencias entre las problemáticas de los tres países, particularmente en el consumo de fentanilo, dejó más preguntas que certezas. La mandataria intentó proyectar una postura de dignidad y defensa nacional, pero la retórica dejó entrever una falta de preparación frente a las dinámicas internacionales y los mensajes de sus socios comerciales.

Sheinbaum abordó los problemas de consumo de fentanilo en Canadá, sugiriendo que estos son graves y distintos a los de México. Sin embargo, este enfoque parece más un intento de desviar la atención que una respuesta estratégica a las provocaciones del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, quien recientemente marcó diferencias claras entre las fronteras de su país y las mexicanas en su reunión con Donald Trump. En lugar de establecer una posición clara y firme frente a estos comentarios, la respuesta de la mandataria fue un tanto ambigua, reafirmando que “a México se le respeta”, pero evitando profundizar en las implicaciones de las declaraciones canadienses.

El tema del fentanilo: ¿Colaboración o excusas?

Sheinbaum destacó que México enfrenta un menor consumo de fentanilo en comparación con Canadá y Estados Unidos, basándose en encuestas recientes. Si bien el problema del consumo interno en México es menor, el papel del país en la producción y tráfico de esta droga hacia Estados Unidos es un tema central en la agenda de seguridad y cooperación internacional. Sin embargo, la presidenta evitó profundizar en las críticas recurrentes de sus socios sobre la participación de cárteles mexicanos en esta crisis global.

Al enmarcar el problema como algo «de ellos, no de nosotros», Sheinbaum deja un vacío en la narrativa que podría aprovecharse para fortalecer la postura mexicana en el combate a las drogas y el tráfico ilícito. Este enfoque defensivo también subestima la urgencia de abordar los problemas internos de adicción y la creciente presión internacional por mayores resultados en el combate al narcotráfico.

Un mensaje ambiguo en un contexto electoral

Sheinbaum también aludió al próximo proceso electoral en Canadá, señalando que su gobierno no permitirá que México sea utilizado como un tema de campaña. Aunque este punto es válido, no presentó estrategias concretas para evitar que el país se convierta en un chivo expiatorio en los discursos de Trudeau o Trump. La insistencia en que “cada quien vea por cada cual” sugiere una postura reactiva más que proactiva, lo que podría debilitar la posición de México en las negociaciones trilaterales.

La oportunidad perdida

El tráfico de fentanilo, la cooperación en seguridad y las relaciones bilaterales son temas críticos que requieren respuestas bien estructuradas y estratégicas. En cambio, Sheinbaum se limitó a repetir frases generales sobre respeto mutuo y complementariedad, dejando la impresión de un liderazgo que prioriza la imagen sobre las acciones concretas.

México tiene una oportunidad única de reforzar su papel como socio clave en América del Norte, pero eso requiere algo más que declaraciones ambiguas y defensivas. El país debe demostrar que está dispuesto a asumir responsabilidades reales y colaborar en la resolución de problemas comunes, más allá de evitar comparaciones con sus vecinos.

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