Hay situaciones que parecen inevitables de inicio. La llegada de Eduardo Gattas a la Presidencia Municipal de Victoria es una de ellas.
El candidato de Morena emprendió nuevamente una cruzada por la alcaldía desde hace la menos un año. Con la pandemia encima realizaba reuniones en las colonias buscando amarres en donde es especialista, el territorio.
Con ello fue creciendo la imagen de Lalo, pudiendo ser considerado desde mediados de 2020 como alcalde de facto ante el vacío de autoridad que proyectaba Xicoténcatl González Uresti. La tarea era sencilla, el charro zumbero es ya considerado el peor alcalde de la historia.
Con la llegada de la época electoral, Eduardo tomó una cómoda ventaja hasta que llegaron las acusaciones y los señalamientos buscando descarrilarlo.
Lalo acusó una campaña negra que ya le costó presencia ante el electorado y las encuestas lo ponen en empate técnico con Pilar Gómez.
¿Quién orquestó esta campaña negra?
Hay varias hipótesis:
Pudieron ser los morenistas rojillos que se sintieron desplazados.
Puede ser la misma Pilarica que busca continuar al frente de la Presidencia Municipal.
Incluso se puede acusar al Gobierno del Estado de meterle traspiés.
La respuesta es simple. Nadie. Nadie orquestó una campaña negra porque no existe tal.
La información vertida por medios y redes sociales no es falsa. Lalo no puede recriminar a nadie por sus acciones pasadas e incluso las presentes, donde incorpora a su campaña a un personaje como Gonzalo Hernández, sobre quien pesan acusaciones de agresiones sexuales.
Jiribilla
Nueve segundos fueron suficientes para que el periodista Armando Castillo sacara el energúmeno que chuponcito lleva dentro.
Lalo Gattas y su familia son personas violentas que todo lo arreglan a golpes. Miles de victorenses atestiguan los arranques de los Gattas.
Quien no lo conoce que lo compre.
Los victorenses tienen la oportunidad de desterrar este tipo de pelafustanes de la política local que siempre se salen con la suya.
Es cuando.