La pandemia ha puesto en evidencia el desastre que es esta administración.
Gobernado por ocurrencias, el Presidente pone en ejecuta acciones que se demuestra que carecen de planeación al ponerse en práctica.
Ninguno, ninguno de los planteamientos del Gobierno, presumidos en las diapositivas de Powerpoint de la conferencia mañanera se han cumplido en tiempo y forma. Y al no cumplirse lo único que ofrecen son excusas y derivaciones de culpa hacia gobiernos anteriores.
La cuarentena, estimada en un mes. Ya supera el año. Todo por desestimar la gravedad y asumirlo como un catarro. Desde ahí subestimando una enfermedad nueva, empezamos mal.
Los ventiladores anunciados por Conacyt para el mes de mayo de 2020, fueron entregados a finales de octubre, basados en un modelo Open Source del MIT y descartados por los médicos al ser inutilizables.
Las vacunas anunciadas, no llegaron en el cronograma que ellos mismos pusieron y modificaron cualquier cantidad de veces.
Ninguno se cumplió.
Marcelo Ebrard que había exclamado «Misión cumplida», sólo quedó en ridículo.
La vacunación por ende, tampoco ha cumplido las cifras ni las metas.
De los muertos, ni hablar.
Según Hugo López Gatell sería un escenario catastrófico llegar a 30 mil muertes. De acuerdo al escenario real ya sobrepasamos las 600 mil.
Maquillan cifras escudándose en diversos criterios y nunca ha habido un estándar.
Cuando se les cuestiona acerca del cuarto lugar en muertos a nivel mundial, invariablemente sacan estadísticas por cada 100 habitantes. Ahí México aparece en el lugar 15.
Pero en esa misma estadística, México aparece en el lugar 38 de población vacunada con menos del 20%.
Como esa cifra no les gusta, se regresan a las cifras totales, ahí México aparece en el top 10 de vacunas… Y de muertos.
Y eso que la pandemia ya había sido domada varias veces, un dicho mentiroso y recurrente de Andrés Manuel, ese personaje que se rehusa a «usar bozal», y quien propagó la idea a su base fiel.
Todo por no «copiarle» a Felipe Calderón.
Esa arrogancia, costó millones de contagios y miles de muertes.
Con esa arrogancia, esa ineptitud, esa falta de acciones, esa falta de planeación y ese incumplimiento de metas autoimpuestas, son la carta de presentación para un «Retorno seguro a las aulas».
Seamos claros. Sin niños vacunados y con un gobierno incapaz de brindar seguridad al magisterio, el regreso a clases equivale a una pistola cargada con una bala y sin destinatario fijo.
Puede ser cualquiera.
El problema medular es que las ideas del Presidente superan las indicaciones de su propio Gobierno.
Lo que diga Andrés Manuel en la mañanera es considerado por sus fanáticos como Ley. Aún por encima de la Constitución.
¿Con qué autoridad un maestro podría negar la entrada a un alumno que se niega a seguir los protocolos sanitarios?
Eso no pasa en Estados Unidos. Quien no sigue las reglas es un paria.
Quien debe tener la última palabra de las medidas sanitarias en el salón de clase es el maestro titular.
Quien debe tener la última palabra de las medidas sanitarias al ingresar al plantel es el Director
Y quien no cumpla no entra.
Tan pronto se dé el mensaje fuerte y claro es probable un regreso escalonado. Pero si continúan los mensajes contrarios desde Palacio Nacional, se desatará el caos.
Y hoy no son adultos, son niños.
Jiribilla
Para el Presidente que mueran niños y maestros es un sacrificio que él está dispuesto a aceptar.
Todo sea por la Cuarta Transformación.