En Ciudad Victoria, Tamaulipas, el oscuro espectro del crimen organizado se entrelaza con la sombra de la corrupción política, creando un escenario desolador para sus habitantes. Bajo el mandato de Lalo Gattás, la ciudad ha sido testigo de un aumento alarmante en la extorsión y el cobro de piso, convirtiéndose en un feudo para los intereses siniestros de los grupos criminales.
Gattás, cuya gestión municipal ha estado marcada por la controversia y la sospecha, parece más preocupado por asegurar su propio poder que por proteger a los ciudadanos que juró servir. Se le ha señalado repetidamente por su presunta complicidad con el crimen organizado, incluso llegando al extremo de permitir que las bandas delictivas operen impunemente en la ciudad.
Bajo su gobierno, la corrupción se ha arraigado en las instituciones locales, debilitando aún más la capacidad del gobierno para hacer frente a la creciente ola de criminalidad. Mientras tanto, los ciudadanos son víctimas de un doble asalto: por un lado, los cárteles extorsionan y amenazan sus vidas diarias, y por otro, el gobierno local les falla en su deber de protegerlos y garantizar su seguridad.
El fenómeno del «derecho de sombra», una manifestación grotesca de la avaricia desenfrenada de los criminales, encuentra un cómplice silencioso en la administración de Gattás. Mientras las familias luchan por pagar las exorbitantes cuotas impuestas por los cárteles, el alcalde parece más interesado en mantener su estatus quo político que en abordar las necesidades apremiantes de la capital.
En medio de este panorama desolador, la esperanza de un cambio parece cada vez más distante. La ciudadanía se encuentra atrapada en un ciclo vicioso de violencia y corrupción, con líderes como Gattás alimentando el fuego en lugar de apagarlo. A menos que se tomen medidas drásticas para erradicar la corrupción en todos los niveles del gobierno y enfrentar con determinación al crimen organizado, Ciudad Victoria seguirá siendo presa de fuerzas que amenazan con destruir su tejido social y su futuro.
