Este fin de semana, el presidente de México se tomó una foto con un “integrante de la delincuencia organizada”, “lavador de dinero del cártel de Sinaloa”, “corrupto”, “integrante de las élites privilegiadas e impunes”.
No es que López Obrador no supiera quién era. No se trató de alguien que se le acercó en alguna gira y le pidió una fotografía, como suele suceder con los personajes públicos. No. El presidente posó junto al gobernador de Tamaulipas, el panista Francisco García Cabeza de Vaca.
Durante todo el 2021, el gobierno de México, la Fiscalía General de la República y la mayoría morenista en el Congreso acusaron al mandatario tamaulipeco de todo eso que enlisto entrecomillado en el primer párrafo. Las acusaciones se fueron desvaneciendo y el impulso político del gobierno contra él, también. Sólo hay dos explicaciones: las acusaciones contra Cabeza de Vaca eran falsas o el gobierno llegó a un arreglo para tapar el expediente.
En cualquiera de los dos casos, el presidente queda muy mal parado: o es mentiroso o es corrupto.
Porque no puede alegar que el caso se extravió por ahí, que no tenía conocimiento o que terminó empantanado en los mandos medios de su administración. No. La acusación contra el gobernador de Tamaulipas fue un asunto de Estado, ocupó espacios estelares en la conferencia mañanera de López Obrador y congregó un esfuerzo de todo el gobierno para lograr —sin éxito— que renunciara.
La fotografía este sábado de García Cabeza de Vaca y López Obrador tiene muchos damnificados, además del presidente: destacadamente, Ricardo Monreal, Santiago Nieto, Alejandro Gertz y Américo Villarreal. El senador Monreal puso presión en el Congreso y en la Suprema Corte para desaforar al mandatario y orillar a su salida: el caso se empantanó. Nieto, extitular de la Unidad de Inteligencia Financiera, fue el encargado de realizar la investigación con toda la trama de lavado de dinero, desvío de recursos y delincuencia organizada. Al fiscal Gertz le tocó conseguir la orden de aprehensión contra el mandatario (que sigue vigente, pero nadie la puede cumplimentar). Y Villarreal, virtual candidato de Morena al gobierno de Tamaulipas, era el que iba a cosechar los frutos del escándalo y arrebatarle al PAN el estado.
En cambio, la fotografía tiene un solo y claro ganador: García Cabeza de Vaca. Me dicen todas las fuentes consultadas que ahora el gobernador está total y absolutamente enfocado en que pierda Morena en el estado en las elecciones de este verano, al grado que encabeza personalmente el “cuarto de guerra” de su candidato a sucederlo, César “El Truco” Verástegui. Ningún otro mandatario se ve tan metido en la campaña como el panista de Tamaulipas.
Pero hay algo de lo que se habla poco y es mucho más preocupante. Conocedores del terreno temen que detrás de la contienda entre dos candidatos esté en el fondo la disputa entre dos cárteles. Sería trágico. Profundamente trágico.
SACIAMORBOS
1.- Cada vez que salen a tratar de explicar la “casa gris”, les brinca un escándalo más grande.
2.- ¿Será cierto que el gobierno y el PRI ya negociaron Hidalgo y Durango a cambio de aprobar la reforma energética en la Cámara de Diputados?